Celebrando hoy el Día de la Extremadura, vamos a hacer un breve repaso de su historia. Extremadura es una comunidad autónoma rica en historia, cultura y tradiciones. Desde sus raíces prehistóricas hasta su papel crucial en la exploración y colonización de América, la historia de Extremadura es un fascinante viaje que refleja la diversidad y la riqueza de su patrimonio.

La historia de Extremadura se remonta a tiempos prehistóricos, con evidencias de asentamientos que datan de hace más de 30.000 años. Las pinturas rupestres de la cueva de Maltravieso, en Cáceres, son un testimonio de la vida de los primeros habitantes de la región. Con la llegada de los romanos, Extremadura se convirtió en un importante centro administrativo y comercial. Ciudades como Mérida, fundada en el 25 a.C., florecieron y dejaron un legado monumental que incluye el famoso teatro romano y el acueducto de los Milagros.

La Edad Media: un crisol de Culturas

La caída del Imperio Romano trajo consigo un periodo de inestabilidad, pero también de enriquecimiento cultural. Durante la Edad Media, Extremadura fue un crisol de culturas, donde convivieron cristianos, musulmanes y judíos. La Reconquista dejó su huella en la arquitectura de la región, con castillos y fortificaciones que aún se pueden visitar hoy. La ciudad de Trujillo, por ejemplo, es famosa por su impresionante plaza mayor y su castillo, que atestiguan su importancia en la época medieval.


El siglo XV marcó un hito en la historia de Extremadura, ya que fue la cuna de muchos conquistadores que jugaron un papel crucial en la exploración y colonización de América. Figuras como Francisco Pizarro y Hernán Cortés, nacidos en nuestra tierra, llevaron el nombre de Extremadura a los confines del Nuevo Mundo. Esta época de esplendor trajo consigo riquezas y un intercambio cultural que transformó tanto a la región como a las tierras conquistadas.

Damos un salto en la historia de Extremadura. Durante los siglos XIX y XX es un relato de transformación, resistencia y adaptación. Esta región, rica en patrimonio cultural y natural, vivió momentos de gran cambio que marcaron su desarrollo social, económico y político. A principios del siglo XIX, la Revolución Industrial comenzó a hacer sentir sus efectos en España, aunque de manera más lenta en comparación con otras regiones europeas. Extremadura, tradicionalmente agrícola y ganadera, experimentó un proceso de industrialización limitado. Sin embargo, algunas ciudades, como Plasencia y Badajoz, comenzaron a desarrollar industrias textiles y de transformación de productos agrícolas. Este cambio trajo consigo un éxodo rural, ya que muchos campesinos se trasladaron a las ciudades en busca de mejores oportunidades laborales.

A lo largo del siglo XIX, la cuestión agraria se convirtió en un tema central en la vida de los extremeños. La propiedad de la tierra estaba concentrada en manos de unos pocos, lo que generó tensiones sociales y económicas. Los movimientos agrarios comenzaron a surgir, demandando reformas que garantizaran el acceso a la tierra para los campesinos. La llegada del siglo XX trajo consigo un aumento en la conciencia social y política, impulsando la creación de sindicatos y organizaciones agrarias que luchaban por los derechos de los trabajadores del campo.

La Guerra Civil y sus consecuencias

La Guerra Civil Española (1936-1939) tuvo un impacto devastador en Extremadura. La región se convirtió en un campo de batalla entre republicanos y franquistas, y muchas localidades sufrieron bombardeos y destrucción. Tras la victoria franquista, Extremadura vivió años de represión y aislamiento. La dictadura de Franco implementó políticas que favorecían la centralización y la marginación de las regiones, lo que afectó gravemente el desarrollo económico y social de Extremadura. Con la llegada de la democracia, el giro fue de 180 grados; aun así, nuestra región ha seguido siempre siendo la gran olvidada, tanto desde el punto de vista de las comunicaciones como de apoyo a la agricultura e industria. Una región con una muy baja densidad de población y que es de las grandes contribuyentes a esa mal llamada España vaciada.

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