Hoy se ha celebrado en la casa de cultura de casas del castañar el encuentro “cultivando el agua”. El grupo operativo “Cultivando agua” es un proyecto que plante a el análisis de nuevas respuestas al reto medioambiental, económico y social que se plantea en el Valle del Jerte. El agua es un recurso esencial para las comunidades locales extremeñas, en las que los ciclos de sequia veraniega son cada vez más frecuentes y son, asimismo, motivo de conflicto en los periodos previos a la recolección de la cereza, que coinciden con la mayor demanda de agua para consumo público doméstico que genera el turismo.

Con la presencia, entre otros, de Víctor del Moral (Secretario General de Planificación Hídrica de la Junta de Extremadura, María Gutiérrez (Planificación Agraria de la Junta), , Ramiro Muños (Comunidad de regantes del Vale del Jerte), Elena Nieto (CAEM-Cicytex), como ponentes, se ha establecido un interesante debate entre agricultores de la comarca e interlocutores públicos a fin de establecer nuevas vías de desarrollo de la agricultura local, en busca de un uso eficiente del agua de las cuencas del la Confederación del Tajo correspondientes al Norte de Extremadura.

El objetivo es la implantación de nuevas prácticas agrícolas, vinculadas a las agendas públicas locales, que reduzcan la demanda del agua para los cultivos, así como la disminución de la huella de carbono, para asegurar la viabilidad económica del sector primario en el Valle el Jerte. Es vital garantizar la disponibilidad del agua ante ciclos meteorológicos cambiantes em ciclos de medio y largo plazo.  Hay que tener en cuenta que la agricultura convencional emplea un 70% de agua canalizada y que supone un 40% de la producción de regadío destinada a la cadena alimentaria. Las cíclicas sequías son el reto al que se enfrenta en verano el Sur de Europa y, por tanto, Extremadura.

El Norte de Extremadura, conocido por su rica biodiversidad y paisajes naturales, enfrenta un desafío crítico: la falta de agua. Este problema, que se ha intensificado en los últimos años, no solo afecta a la agricultura, sino que también repercute en la vida cotidiana de sus habitantes.

La región ha experimentado un descenso significativo en las precipitaciones, lo que ha llevado a la disminución de los niveles de los embalses y ríos. Según datos de la Agencia Estatal de Meteorología, las lluvias en el último año han sido un 30% inferiores a la media histórica. Esta situación ha generado preocupación entre los agricultores, quienes dependen del agua para sus cultivos.


Los agricultores de la zona han expresado su inquietud. «Sin agua, no hay cosecha», comenta Juan, un agricultor local. «Este año hemos tenido que reducir la superficie sembrada y, en algunos casos, hemos perdido toda la producción». La falta de agua no solo afecta a los cultivos, sino que también impacta en la economía local, que se basa en gran medida en la agricultura.

Además, la escasez de agua ha llevado a las autoridades a implementar restricciones en el uso del agua. Los municipios han comenzado a adoptar medidas para concienciar a la población sobre la importancia del ahorro de agua. «Es fundamental que todos hagamos nuestra parte», señala María, una residente de la zona. «Cada gota cuenta, y debemos ser responsables».

A pesar de la adversidad, la comunidad del Norte de Extremadura ha mostrado resiliencia. Se están explorando soluciones sostenibles, como la recolección de aguas pluviales y la promoción de técnicas de riego más eficientes. Las iniciativas de reforestación también están en marcha, con el objetivo de restaurar los ecosistemas y mejorar la retención de agua en el suelo.

La falta de agua en el Norte de Extremadura es un recordatorio de la importancia de cuidar nuestros recursos naturales. La colaboración entre la comunidad, las autoridades y los expertos es esencial para enfrentar este desafío y garantizar un futuro sostenible para la región.

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