Con la llegada del otoño el municipio jerteño de Cabrero celebra su fiesta mayor para venerar al arcángel Miguel, el protector de la Iglesia universal. Una fiesta que, como el origen del pueblo, no tiene una fecha precisa, pero que representa el alma de una comunidad y el reflejo de su historia, tradiciones y su sentido de unidad.

Del pueblo se sabe que los primeros asentamientos llegaron a finales del Medievo, sobre el año 900 y que existía antes que el vecino Piornal; aunque paradójicamente, durante algunos siglos estuvo subordinado al pueblo más alto de Extremadura hasta que en 1791 logro su independencia, siendo su nombre más antiguo conocido el de “Las Casas del Cabrero”.

En cuanto a la festividad en honor a su patrón, San Miguel, en principio y como nos han señalado en el Archivo Diocesano de Plasencia, va asociada a la actual iglesia parroquial del mismo nombre que se levantó en el siglo XVIII sobre los restos de un templo fechado en el XVI que se cimento sobre una antigua mezquita, y cuyos trabajos fueron rematados en el año 1758. Aunque también y sin datos concretos, nos comentaron que “generalmente cuando se destruye una iglesia y se construye otra en el mismo lugar, se sigue venerando al mismo santo para mantener la misma advocación y así, preservar la continuidad de una tradición”. Una parroquia de estilo neoclásico donde en su interior y como no podía ser de otra manera, alberga una talla policromada, también del XVIII, dedicada a San Miguel presidiendo su austero altar.

Un siglo, el XVIII, que marcó no solo un antes y un después en la espiritualidad de este pueblo serrano, sino que curiosamente fue la época que comenzó a generalizarse el cultivo del cerezo en el Valle del Jerte, después de que una plaga arrasara con todos los castaños autóctonos de la zona, siendo en la actualidad el principal sustento no solo de Cabrero, sino del resto de los pueblos de la comarca. Aunque, la presencia de cerezos en el Valle está documentada con mucha anterioridad, cuando en 1352, unos emisarios del rey de Navarra que se dirigían a Sevilla pernoctaron en Cabezuela del Valle y “degustaron productos tradicionales de la zona: trucha y cerezas”.

Pero volviendo al Cabrero y su patrón, se trata de una fiesta arraigada en el municipio, que cada año esperan con expectación y entusiasmo los cabrereños, donde el pueblo se viste de gala y luce su mejor sonrisa para recibir al Santo por las calles. Y todo ello con un programa de fiestas que contempla un considerable despliegue de eventos de diversa índole con gran participación vecinal, tanto deportivos, culturales como festivos, para todos los gustos y edades.

Porque un pueblo que celebra y en Cabrero de esto sabe, tiene capacidad de asimilar los acontecimientos y avanzar confiadamente hacia el futuro. Y es que un grupo humano que ha perdido la fuerza de sus rituales carece de pasado, presente y futuro, ha perdido su contexto y su referencia. Porque celebrar requiere de recuerdos comunes, esperanzas colectivas, vitalidad, integración, colectividad, participación; es época de alegría, de paz y de bienestar unido al ajetreo propio de la fiesta, porque si a un pueblo se le quitan sus celebraciones se consumiría en un presente sin esperanzas y perdería su identidad.

Este año, las fiestas se celebraran del 26 al 30 de septiembre, teniendo puntos álgidos como el chupinazo y pregón de las mismas, que se celebrará el viernes 27. En esta ocasión protagonizado por la Asociación de Mujeres “La Primavera” para posteriormente, llevar a cabo el reparto de jamones a las peñas inscritas. Y como en cualquier fiesta que se precie, no podía faltar la tradicional capea, que en esta ocasión y con motivo del 20º aniversario de la Comisión Taurina de Cabrero, el sábado 28 algunas calles del pueblo se transformaran para el paso de un encierro que terminará en la Plaza Mayor.

Aunque, el gran día será el 29 con la procesión del Santo patrón al son de los tamborileros por las angostas e intrincadas calles del municipio. Para continuar celebrando una santa misa en honor a San Miguel oficiada por varios sacerdotes, donde a su conclusión se cantaran las 29 estrofas del Ramo por un grupo de cantoras que han sido convocadas previamente por la Mayordoma. También, antes de la misa se llevara a cabo una subasta a las puertas de la iglesia para saber quién tendrá el honor de colocar al santo en su trono. Todo un ceremonial religioso que concluirá en la Plaza Mayor con el reparto de perrunillas y ponche para todos vecinos y visitantes.

A todo ello hay que sumar, como ya hemos comentado, una gran variedad de actividades como música, copla, orquesta, charanga, discoteca móvil, juegos infantiles y una comida popular patrocinada por el Ayuntamiento.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Ir al contenido